-¡Aquí está! tu limonada caliente
con dos cucharadas de azúcar. Tómalo con esta pastilla. -Gracias Osquitar, tú
siempre tan lindo conmigo. -¿Cómo sigues? -Ya mucho mejor, con esto me pasará.
Gracias. -De nada ¿y con quién chateas? -Con un amiga. Es sobre el trabajo que
nos dejaron ¿ya lo hiciste? -Sí, ¿y tú? -Ayúdame a terminarlo ¿quieres? -Pero
está jugando el Real Madrid y... -¡Anda no seas malito! -Pero... -Ya, está
bien. No lo hagas. Gracias Oscar. -Pero te voy a ayudar. -No, ya no quiero.
-Ya, dime en qué te ayudo. ¿Me vas a decir? -Es que recién iba a comenzar.
-¡Asu! ¿Es enserio? -Sí, pero no te molestes. Eso es fácil. Tú lo terminas
rápido. -Bueno, te daré mi trabajo ya terminado, pero le cambias algunas
palabras. -Ay, gracias. No sé qué haría sin ti. -Pero le cambias las palabras
porque si no nos van a descubrir. -De eso quería hablarte. -¿Qué pasó? -Lo que
pasa es que sabes muy bien que no soy muy buena en eso. -Acaso ¿quieres que te
lo corrija todo? -Anda porfa. -Pero es que voy hacer todo el trabajo. -Ya pues Osquitar, no seas así. Ayúdame
¿sí? -Bueno, está bien. No sé cómo logras convencerme. -Es que me quieres.
Acéptalo. -Sí, creo que tienes razón. -¿Me quieres o no? Dilo. -Sí, te quiero
mucho. -¡Qué lindo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario