-¿Qué haces? -Buscando un balde para limpiar el baño. -¿Y ese milagro? ¿A dónde quieres ir? -No nada. Solo quería limpiar. -Hijo, yo te conozco. Dime ¿a dónde vas? -Bueno, es que Chicho me está llamando a ver si salimos a tonear. -¿Quién es Chicho? -Mi amigo de la uni. Te hablé de él. -Hay hijo, cómo será ese amigo. Debe ser un loquito que solo piensa en salir a fiestas. -No mamá. Es estudioso. Sabe matemáticas. -¿Y a qué hora te vas? -A las diez voy a su casa. -Pero ¿por qué no viene a recogerte? -Es que todos nos vamos a encontrar en su casa. De ahí nos vamos a Barranco. -Hijo, pero eso está lejos. -Sí mamá, pero nos iremos juntos. Además, el papá de Chicho nos llevará hasta allá. -Ya hijo, esta bien. Y ¿hasta que hora piensan quedarse? -Hasta las tres o cuatro. -Vienes temprano, por favor. Mírate ese cabello, está bien largo. Te pongo moñitos si quieres. -Ya mañana voy para que me corten. -Péinate por favor hijo, échate enjuague cuando te bañes. Y ¿con qué ropa vas a ir? No te vayas a poner el mismo pantalón negro, que ya todo el mundo lo a visto. -Pero es el único que tengo limpio. -Ahí hay más, hijo, busca bien. ¿Y con qué camisa vas? -Pero quiero ir con polo. -Hijo, allá todos van con camisa. Ahí viene tu papá, pídele permiso. -Papá, ¿puedo salir esta noche con mis amigos? -Ya hijito. Anda con cuidado. ¿Y cómo quedó el Real Madrid? -Ganamos papá, ganamos.
11/9/13
10/9/13
"Optimistas"
Son muchas las particularidades que posee el venezolano. Pero, quizá, la que más llama mi atención es que no son nada pesimistas. Al contrario, son bien positivos. A pesar de vivir en un país lleno de incomodidades, el venezolano, logra atravesar la barrera de la incertidumbre para estar en paz y armonía con la gente que lo rodea. Ellos celebran tus triunfos. Si no buscan nada de ti te lo dicen sin pensarlo dos veces. Pues al ser directos y sinceros se evita que se propague la envidia en nuestra sociedad. Aquella que alcanza a ver ciegamente los defectos de la persona, llegando a pensar que sus triunfos fueron obtenidos a base de mentiras y que por ende no merece elogio alguno. Esto pasa con nuestros jugadores de la selección. Los ven como si fueran nuestros enemigos, en vez de ser vistos como nuestros aliados o, por qué no, ídolos nacionales. Ningún esfuerzo sobrehumano podrá ganarse el cariño incondicional del hincha peruano, puesto que solo en los momentos buenos es cuando se les quiere y se les idolatra, y en los malos ratos –como este– piensan únicamente que jamás debieron vestir nuestra camiseta. Tomemos como ejemplo el optimismo de los venezolanos quienes, en ningún medio de comunicación, mencionaron que estaban eliminados, más bien, que aún podían alcanzar el sueño de clasificar con vez primera al mundial, cuando es preciso decir que tienen menos posibilidades que nosotros. Creamos en nosotros mismos, hay que ser positivos, nosotros estamos más cerca de ellos y nos vemos más lejos que todos. Así que, ¡Sí se puede!
9/9/13
"Lección aprendida"
Discúlpenme, pero no puedo dejar de hablar de fútbol. Mucho menos en estas fechas. Siempre he dicho que mi esposa la conoceré en el estadio. Una fanática de gritos desenfrenados. Aquella chica que llama la atención de los presentes por corear los cánticos, celebrar los goles y hasta insultar a los rivales y al pobre árbitro, de la forma menos delicada posible. Por cierto, que mal árbitro nos tocó ese día. Pero bueno. No nos desviemos. El caso es que el pasado viernes no publiqué nada. Grave error. Como mi madre dice: "Si te comprometes con algo debes cumplir sea como sea". Aunque, para esta ocasión, quedaría mejor otra frase de mi madre: "Si empiezas algo debes termina bien y no dejarlas a medio hacer". El día que deje de publicar mis escritos será el día que recibí la invitación de algún familiar y tuve que tomar un avión con destino a Europa. La justificación sería clara. Las horas de vuelo, que demanda un viaje hasta el viejo continente, son de gran consideración como para esperar a llegar y publicar algunas líneas de mi autoría. Aunque pueda que el viaje sea programado un fin de semana (días que me autoproclamo libre de publicaciones). De no ser así, el hecho de que no pude publicar escrito alguno, fue porque invité a salir a la chica del estadio. Sí, la fanática de los gritos desentrenados. Y se me hicieron cortas las horas a su lado. Pero para evitar eso, y aunque aún no la conozca, tendría que preparar mis escritos con anticipación, como ahora lo estoy haciendo. En fin. Esto no se va a volver a repetir. Lección aprendida. Si no escribí algo digno de ser leído es porque las películas del autobús no me dejaron concentrar.
5/9/13
"Arriba Perú"
4/9/13
"Discusión de Reyes"
-A ver si entendí mi rey. Si Perú gana el viernes ¿Vamos al mundial? -No mi reina. -A pero si perdemos nos eliminamos. -Tampoco. Te dije que si ganamos el viernes a Uruguay estaremos en zona de clasificación, eso siempre y cuando Venezuela pierda con Chile. -Y qué pasa si ganamos cinco a cero. ¿Con eso podemos clasificar? -No mi amor. El marcador no importa. Lo importante es ganar ese partido y los que restan. -¿Y cuántos faltan? -Cuatro partidos contando con el del viernes. -A ya. Y ¿va a jugar Messi? -No mi reina, él es argentino. -A sí, cierto. Ya pero el loquito Vargas si juega. -No lo sé. Tal vez juegue. Lo que sí sé es que no cuentes conmigo ese día desde las siete de la noche. -Pero el partido es a las nueve. -Nueve y media. Y te digo que a las siete porque a esa hora juega Venezuela contra Chile. -Pero mi rey. ¿Acaso piensas ver dos partidos? o aún te crees venezolano -No mi reina. Lo que pasa es que tenemos que apoyar a Chile para que gane. -Pero ¿para qué quieres que gane Chile? -Luego te explico mi amor. Me tengo que ir. Más tarde te vuelo a llamar. -¿Qué pasó? ¿Te enojaste? -No mi reina. Es que es difícil de explicártelo. -Ya ¿sabes qué? Me importa un comino tu fútbol. No esperes que vaya a ver el partido contigo. Y ojalá gane Uruguay. Adiós.
3/9/13
"Busco Novia"
2/9/13
"Visita Incómoda"
Recibí la llamada de Chicho. Acordamos vernos minutos antes de las cuatro de la tarde en el sitio indicado. Me prometió que ibamos a jugar fútbol si antes pasábamos a visitar a su enamorada, la morenita de buen porte, a su casa. Al llegar, ella nos recibió con mucha gentileza y entonces, luego de un breve saludo de pareja, Chicho me la presentó. Me saludó como si fuese un amigo lejano, íntimo, conocido de hace mucho. A continuación, ingresamos a su acogedora casa. Saludamos a sus amigos que estaban en la sala, lugar donde se me dio la orden de esperar mientras, ella y mi amigo, se dirigían a alguna de las habitaciones. Sabra Dios a que. El caso fue que trataba de disimular mi incomidad porque hacía mucho que estaba ahí sentado y nadie decía palabra alguna. Me encontraba sentado a lado de un desconocido amigo de la enamorada de Chicho quien, como él y el resto de los que ocupaban un lugar en esa sala, tenía algo que llamaba mi atención. Ninguno miraba la televisión prendida. Mas bien estaban en un estado de total concentración observando, de forma individual, una pantalla mucho más pequeña: su teléfono celular. Yo no miento. Hago uso por buen tiempo, pero entrecortado, de mi teléfono. Pero trato de no usarlo cuando estoy en comunicación directa con mis padres, hermanos, amigos o quien quiera que fuese. Pues merecen, como muestra de respeto, un contacto visual mientras me comunico con ellos. Entonces ese día me pregunté ¿Por qué mejor no se incorporaban de su sitio, salían de aquella casa y visitaban a la persona con quienes estaban chateando en su celular?